La guerra en Europa cumple hoy 52 días y nada parece indicar que vaya a terminar pronto. Hace un par de semanas un experto argentino en cuestiones militares nos dijo que, si fuera por Joe Biden, estiraría el conflicto bélico hasta las elecciones de medio término que tendrán lugar el 8 de noviembre en Estados Unidos, porque le conviene. Nos pareció una locura, típico efecto del tufillo antiamericano que supimos conseguir. Hete aquí que este viernes el canciller yanqui Antony Blinken avisó que la cosa podría durar hasta fin de año. Para procastinar lo más posible, los países de la OTAN están proveyendo abundante armamento y sobre todo inteligencia al ejército ucraniano, como cuenta con orgullo en este artículo el corresponsal global de El País, Andrea Rizzi, donde también asegura que pronto comenzarán a llegar a Kiev drones artillados.

Ahora bien, la verdadera contienda parece estar dándose en el plano económico, y más específicamente en la cuestión monetaria. El miércoles la “moderada” Janet Yellen pateó el tablero con una amenaza frontal a China, durante una entrevista en el Atlantic Council, influyente think tank con sede en Washington. Aquí puede leerse el discurso íntegro de la secretaria del Tesoro norteamericana, cuya frase más agresiva fue: “La actitud del mundo hacia China y su voluntad de abrazar una mayor integración económica bien pueden verse afectada por la reacción de China a nuestro llamado a una acción decidida sobre Rusia”. Desde esta editorial del periódico del Partido Comunista, Pekín respondió al día siguiente con munición gruesa. Para resistir con alguna probabilidad de éxito la ofensiva atlantista, China y Rusia deben avanzar concretamente en un dispositivo financiero que esquive la hegemonía del dólar. Ayer sábado, en un importante Foro Financiero celebrado en Beijing, el ex presidente del Banco Central chino, Zhou Xiaochuan, dijo que se puede, que lo están intentando, pero que falta bastante para lograrlo. Algunos rusos son más voluntaristas, como el ministro de Integración y Macroeconomía de la Unión Económica de Eurasia (que reúne a Rusia, Kazajistán y Bielorrusia), Sergey Glazyev, quien considera inevitable la transición hacia un nuevo ordenamiento. Vamos a recomendar aquí la entrevista que le realizó el analista brasileño Pepe Escobar, publicada el jueves por The Cradle: por su polémico contenido, que incluye fuertes críticas a las autoridades actuales del Banco Central ruso; y también en solidaridad con Escobar, cuya cuenta de Twitter fue suspendida esta semana.

México está cada vez más picante. Las noticias se suceden a toda velocidad.

El extraño referéndum revocatorio convocado por el propio presidente López Obrador que se celebró el pasado domingo, ya parece historia antigua. Para un balance ecuánime del escenario general luego del plebicito, vale la pena este panorama publicado por el sitio español Descifrando la guerra.

Ayer sábado falleció el símbolo contemporáneo de la lucha por los derechos humanos, Rosario Ibarra de Piedra: la recordamos con este documental muy recomendable y una emotiva despedida publicada por el sitio adondevanlosdesaparecidos, de reciente aparición.

Hoy domingo, en el Congreso, se decide un tema clave: la reforma del sistema eléctrico promovida por el Presidente, para retrotraer los cambios neoliberales introducidos hace unos años (aquí podés leer el proyecto de ley). El sitio de investigación periodística La Silla Rota explica todo lo que tenés que saber acerca de “la ruta de la reforma”. Pero como explica aquí el portal Sin Embargo, todo parece indicar que el poroteo no será favorable al oficialismo, que debe conseguir los votos del PRI para llegar a la mayoría calificada. La semana pasada, el embajador norteamericano Ken Salazar emitió un comunicado expresando la preocupación imperial. Y desde sectores ambientalistas también se oponen, como explica desde la revista Gatopardo la analista Andrea Bizberg. Ante la casi segura derrota parlamentaria, AMLO anunció que mañana lunes enviará otro poyecto de ley para garantizar el carácter estatal de la industria del litio, próximo territorio de la dipusta energética.

Para una mirada bien interesante sobre qué se discute en una contienda hiper polarizada, recomendamos la columna de opinión del intelectual Jorge Zepeda Patterson, publicada el jueves al unísono por el diario mexicano Milenio y el español El País.

Que la república islámica de Pakistán, quinta nación más poblada del planeta, está ubicada en un lugar clave de Asia se cae de maduro cuando miramos con quién tiene fronteras: Irán, la India, Afganistán y China. Por eso, el accidentado cambio de gobierno ocurrido este lunes, luego de una moción de censura votada por el parlamento el sábado, causó conmoción en un mundo erizado por la guerra. Salió el héroe nacional del cricket, Imran Khan, del Movimiento por la Justicia. Entró Shehbaz Sharif, de la Liga Musulmana.

La cercanía del gobierno depuesto con los mandatarios Putin y Jinping, fue argumento suficiente para que el propio Khan denuncie a los Estados Unidos por impulsar un golpe blando. Desde el sitio ruso Geopolitika, el analista Shaban Syed abona esta teoría. Pero el conocido columnista del periódico liberal Amanecer (Dawn), con sede en Karachi, Zahid Hussein, describe la dinámica interna del conflicto y señala a la crisis económica como coordenada principal. Por su parte, en este artículo publicado por el importante sitio de política asiática The Diplomat, se aborda la pregunta clave: ¿hacia dónde van las relaciones entre Pakistán y Estados Unidos a partir de ahora?

Pero nuestra recomendación especial es una pieza magnífica escrita por el intelectual pakistaní Tariq Alí, especie de breve manual sobre la política de su país que explica con solvencia los últimos sucesos de la coyuntura. Lo publicó el martes la mítica revista inglesa New Left Review.

El reconocido portal de investigación ProPublica dió a conocer esta semana una producción periodística de alta factura, que sistematiza los datos provenientes de la mayor fuga de información fiscal en la historia de Estados Unidos, para analizar la increíble astucia de los 400 principales magnates yanquis. Fruto de una faena en la que trabajaron decenas de periodistas, aparecen escrachados desde Jeff Bezos a Elon Musk, y de Warren Buffet a varias figuras del espectáculo y estrellas del deporte que se las ingeniaron para reducir (entre 2013 y 2018) sus niveles de aportes a la mínima expresión. Una endoscopia de la desigualdad que se reproduce en la mayoría de los países, y que también explica la fuga de capitales que padecen las economías periféricas como Argentina.